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Trabajo Módulo General de Gestión Cultural

por Gonzalo Bordenabe y Teresa Sempere

UCC, Junio 2011

// Silogismos de partida //


Un derecho humano debe ser respetado, garantizado, promovido y difundido.

La cultura es un derecho humano.

La cultura debe ser respetada, garantizada, promovida y difundida.


Un bien común o procomún es/debería ser de dominio público.

La cultura es/debería ser un bien común o procomún.

La cultura es/debería ser de dominio público.


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Atendiendo a los razonamientos categóricos aristotélicos de partida, planteamos que la cultura como derecho humano y procomún, tendría que ser respetada, garantizada, promovida y difundida además de ser considerada de dominio público.

De la misma forma que la mayoría de lxs ciudadanxs conocen y reivindican derechos fundamentales (por ejemplo, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos Art. 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión” o Art. 26: “Toda persona tiene derecho a la educación”) también deberían de identificar de forma más clara y consciente, su derecho a la cultura, como derecho humano además de apoyar contundentemente aquellos mecanismos que favorezcan su creación y expansión de forma democrática, como es el caso del dominio público.

Apoyándonos en los discursos de las películas Good Copy Bad Copy y RIP – Manifiesto del Remix, consideramos que el dominio público es una cuestión esencial para la creatividad, y ésta, es a su vez un componente básico en la creación y producción de cultura (música, cine, artes visuales, ciencia, tecnología...). Podemos pues, imaginar y encontrar soluciones nuevas individualmente o de forma colectiva... de la nada, o inspiradxs (en la mayoría de las ocasiones) a partir de ideas o conocimientos que logramos combinar ingeniosamente hasta llegar a una solución original. La creatividad es una especie de recurso biológico de subsistencia que en las últimas décadas se está viendo influenciado notoriamente por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Internet se ha convertido en una herramienta democratizadora que activa a lxs consumidores/as facilitándoles, entre otros, el ejercicio de su libertad de expresión y el acceso a la cultura.

Pero, al igual que durante el siglo XX se trató de privatizar las propiedades, en el siglo XXI, lo que se está pretendiendo es de frenar lo construido de forma colectiva o comunitaria, monopolizando ideas, conocimientos y vida. Cada vez son más, las leyes de propiedad intelectual (por poner un ejemplo: Ley Sinde) que, apoyadas por lobbies de grandes corporaciones, se empeñan en poner cortapisas a las libertades culturales de los individuos, tanto de lxs consumidores/as como de lxs propixs creadores/as. La privatización del dominio público, hace que lxs ciudadanxs pierdan libertad en sus creaciones. Cada protocolo o estándar cerrado, cada software privativo que es utilizado... termina impidiendo el trabajo colaborativo y retrasando la innovación.

Es por ello que muchxs artistas y creadores/as optan por sistemas de autogestión que les permitan ser más independientes y libres a la hora de , distribuir, difundir y transformar sus propias obras. En un mercado altamente concentrado que no les defiende precisamente de los abusos que sufren por parte de las industrias culturales o las sociedades gestoras de derechos, lxs artistas se encuentran completamente indefensxs y por ello, buscan proteger sus intereses con soluciones y alternativas que les permitan evolucionar y no estancarse.

Es el caso de bandas de música independiente que salen a la calle a tocar un sábado en la mañana en la peatonal o un domingo en la noche en el Paseo de las Artes (ej. El Club de los Principiantes, UPA! Músicos en Movimiento) o bandas argentinas que se unieron para conformar el colectivo RedPanal; todxs estxs músicxs, ya no tienen que dar explicaciones a las disqueras pues no dependen de ellas para darse a conocer o promocionarse. Encuentran nuevas formas de interactuar con sus públicos, de fundirse con ellos. Ante la gran oferta existente, deciden devolverle la música a la calle, a lxs ciudadanxs, funcionando además, de una forma más libre e independiente, gestionando de una forma más integral y justa sus creaciones artísticas sin necesidad de intermediarixs.

No dejemos que el conocimiento se privatice y que nuestro futuro pierda libertades.

Democraticemos la cultura.

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